miércoles, 18 de junio de 2014

Con tejedoras así el mundo está abrigadito

Las hermanas Pascualini están felices porque hay nuevas tejedoras que siguen su camino...

Tengo mucho para contarles de cómo crece La Bufanda Humanitaria gracias a nuevas tejedoras que, lanas y sueños en mano, tejen y tejen para que todos estemos más abrigaditos.

En la Biblioteca Del otro lado del árbol Olavarría comenzó el viernes 6 de junio un taller de tejido y  nos cuentan que leyeron "La Bufanda Humanitaria" y que, motivados por la idea del cuento, del taller se desprenderá un trabajo solidario, tejiendo cuadraditos de 20 x 20 cm para donar a Red Solidaria y hacer mantas.

Hermosa idea la de la biblioteca que tiene expertas tejedoras y tejedores de sueños que cada día hacen realidad.
¡Gracias por permitirme participar con  un cuento!
¡Gracias por todo lo que hacen!

Del otro lado del árbol Olavarría - Taller de tejido
 Y la Bufanda sigue volando para abrigar en todos lados. Paula Lastra forma parte de una hermosa experiencia que lleva adelante el grupo "Sábados de Cuentos", de la Biblioteca Domingo Faustino Sarmiento de Río Colorado, provincia de Río Negro.

Paula nos cuenta:
"Somos un grupo voluntario que ya estamos en nuestro cuarto año trabajando en promoción de la lectura de una manera lúdica, los sábados, con niños de 3 a 12 años. Siempre arrancamos con un cuento a lo que le sigue alguna actividad plástica o literaria referida al mismo, para continuar con una merienda y culminar la tarde con alguna actividad recreativa."
Paula, además de leerles, comenzó a narrar y entre los cuentos ¿adivinan cuál contó?
¡Sí, La Bufanda Humanitaria! Paula termina su relato diciendo esto tan bello que quiero compartirlo:
"De una caja saqué una bufanda que una amiga muy especial me tejió. Uno en uno fueron estirando la gran bufanda, se fueron enredando y me decían: ¡la bufanda de este cuento es muy calentita, por eso es linda!"
 

¡Gracias Paula y a todo el grupo de Sábados de Cuentos por hacer posible estos encuentros entre las historias y sus destinatarios!
 

¡Pero esto no termina acá!
Las primeras narradoras que sacaron a volar la Bufanda fueron Anamaría Pellegrini y Liliana Farfal del grupo "Son de Palabra". Maravillosas cuentacuentos que también han contado la historia en grupos de tejedoras, en campañas para juntar libros y, hace unos días, lo hicieron en la Del Otro lado del árbol, en el parque Saavedra de La Plata. ¡Un placer escucharlas!
 

¿Quieren saber más sobre esta Bufanda que ha tomado vuelo propio y a veces no sé ni por dónde anda?
En el blog Mi Sala Amarilla, Sandra les sigue contado y les hace una especial invitación. Para leer acá  Un proyecto para el invierno


La adaptación de La Bufanda Humanitaria a texto teatral  y  mucho más lo encuentran haciendo clic en estos ovillos que esperan más tejedor@s...


http://cuentosdetihada.blogspot.com.ar/search/label/LA%20BUFANDA%20HUMANITARIA


Para los que no conocen la historia pueden leerla en el siguiente enlace:  



La querida Adriana Alba nos deja esta poesía de regalo. ¡Gracias Adriana! Los invito especialmente a su blog Descubriendo Nuestro Interior



Tinku Kamayó


En ésta tierra de sol azafrán
las mujeres son sabias
construyen telares
y elaboran tintes
que extraen de las plantas
colores de cielo
de arcilla mojada
manos que trabajan
confeccionan ponchos
tapices o mantas
lo aprendieron todo
de las más ancianas
amasan el pan
acarrean agua
encienden el fuego
y con sus cajas chayeras
ahuyentan las penas
-regresan a casa-
cantando coplas al viento
las mujeres de Santa María
son sabias.



A. Alba



Inspirado en las mujeres tejedoras de la Provincia de Catamarca y abarcativo a todas las tejedoras del mundo.


























domingo, 15 de junio de 2014

Padres, radio, cuentos, fútbol y más...

La Fábrica de Cuentos es un programa de radio dedicado a la LIJ (Literatura Infantil y Juvenil) que Marídé Minor tiene en Radio Sofía, todos los viernes a las 19 horas.
El pasado viernes 13 de junio tuve la alegría de participar en el programa leyendo uno de mis cuentos. 

Como estamos en pleno mundial y  muchos ( especialmente los padres que, además,  en Argentina se celebra su día) deben estar como el padre del cuento, elegí leer: "A rodar que todo rueda".

El programa comienza con una entrevista a la querida escritora María Teresa Andruetto, que siempre nos entrega amables y esclarecedores conceptos. También reseñas de libros a cargo de Fabiana Margolis. ¡Todo un lujo!

¡Gracias Maridé! ¡Es un placer escuchar tu programa todos los viernes y participar especialmente en esta edición!




Si desean escuchar otros programas y seguir leyendo sobre novedades, entrevistas y diversos acontecimientos vinculados a la LIJ, visiten el blog La Fábrica de Cuentos. 

LA FÁBRICA DE CUENTOS


Para seguir leyendo de padres y fútbol, les dejo una historia que alguna vez me contó papá. Un recuerdo y algunos nombres de su infancia que he dejado grabado para siempre en este cuento.

Cuento: Como en el barrio

Tal vez para eso escribo, para dar cuenta de la Eternidad de cada instante.
¡Gracias viejo por todas las historias que me regalaste!


domingo, 1 de junio de 2014

EL REFUGIO DE FATIGA

Fatiga, así le dicen los chicos a Nahuel porque llega tarde todos los días a la escuela arrastrando los pies, tiene un guardapolvo largo que su mamá le compró para que le dure hasta que se case. Es flaco y uno de los más altos de mi grupo. Antes de entrar al aula deja al hermanito en primero, porque la mamá trabaja desde temprano y él tiene que andar con el chiquito todos los días del año, aunque caigan sapos de punta.
Abre la puerta del salón cuando ya estamos trabajando. La señorita Nelly le dice, ¡apuráte Nahuel!, ¡seguro que recién te levantás! Los chicos le cantan “Fati, Fatiga, Fatiguita seguro te duele la barriguita”.
Pero ni los chicos ni la seño saben que Nahuel se levanta cuando todavía está oscuro y prepara el desayuno para Javier, su hermanito. A la escuela va sin almorzar y en el primer recreo se compra un pancho.
En clase se lo pasa hablando, la seño dice “apagá esa radio”. En el recreo corre y corre, juega a los autitos chocadores y empuja a todos hasta que se arma lío porque alguno se cae o choca contra una columna, entonces a la maestra el maquillaje se le escapa de la cara como fuegos artificiales y grita:
– ¡Arrastrás los pies para venir a la escuela, pero acá corrés como una moto sin frenos!
Algunos se ríen y le cantan ¡moto sin frenos!, ¡moto sin frenos! Nahuel se pone loco y todos disparan. Las chicas se esconden en el baño de nenas donde él no puede entrar y se queda rabioso en la galería.
Cuando nos vamos de la escuela, antes de meterme al auto de papá, lo veo arrastrar otra vez los pies y que tironea a su hermano.
– ¡Mirá papi, ese es Nahuel!
– Sí, ya me dijiste -dice papá, cansado de que le hable de él.
Nahuel vive cerca de casa y hace poco me pasó lo mejor desde que he nacido - ¡y ya hace ocho años que nací!- mamá me dejó ir a la panadería sola y me lo encontré. Él me invitó a la plaza que está a unas cuadras. Al principio no quería ir porque me daba miedo, pero Nahuel me convenció:
– Es un ratito, te muestro la ciudad de unos amigos y volvemos.
En la plaza nos dirigimos al árbol más gigante, con unas ramas gruesas que salían de abajo de la tierra. Nahuel caminó sobre ellas, en puntas de pie y sin zapatillas. Me dijo que me sacara los zapatos y lo imitara.
– Mis amigos viven dentro de este árbol, son un poquito más grandes que las hormigas -me contó Nahuel mientras hacíamos equilibrio- algunos son flacos como un alfiler y otros gordos como una bolita, ¡mirá ahí va uno! ¿lo ves?, tiene tantos colores como los cachetes de la señorita Nelly. ¡Nos invita a seguirlo, vamos!
Nahuel empezó a achicarse hasta llegar a la altura del hombrecito al que llamó Scott y juntos se introdujeron por un nudo del árbol, yo iba detrás. Caminamos por un pasillo largo con muchos recovecos, nos cruzamos con vaquitas de San Antonio más altas que Nahuel y… ¡recién ahí me di cuenta que yo también era del tamaño de una goma de borrar muy usada!
– Bienvenidos a nuestra ciudad -nos dijo el pequeño portero- aquí sólo pueden entrar los que aman la naturaleza.
En ese momento nos cruzamos con muchos seres coloridos, parecidos a Scott. Todos estaban muy ocupados, empujaban carretillas, cargaban palas y baldes, rastrillos.
– ¿Qué hacen? -me animé a preguntar.
– Nosotros somos los cuidadores de esta plaza. Tenemos que lustrar las hojas de los árboles, si una plantita está herida nuestra ambulancia sale a curarla, redondeamos las espinas de las rosas para que no lastimen, hacemos reuniones terapéuticas con las mariposas y los pájaros que están temerosos porque los cazan o rompen sus nidos.
– ¿Y quién es tan malvado que hace eso? -pregunté.
Mi nuevo amigo me miró tristemente y dijo:
– Los humanos.
Recorrimos parte de la ciudad porque era muy grande. Uno de los lugares que más me llamó la atención fue la “Enfermería para Peces” donde, en camillas de agua, estaban panza para arriba miles de pececitos. Algunos tenían una aleta lastimada, otros habían perdido sus bellos colores y estaban grises. El enfermero pintor los acariciaba hasta que de tan felices volvían a recuperar sus tonos.
– ¿Por qué no tienen colores? -preguntó Nahuel.
– De tanto llorar por las latas y las bolsas que las personas tiran en la fuente de agua donde ellos viven -explicó Scott y después de un suspiro largo agregó- ¡por hoy basta de preguntar, continuamos en la próxima visita!
Dicho esto Nahuel se infló y creció. Los dos estábamos apoyados en el árbol cuando vi que mamá cruzaba la plaza. Me puse las zapatillas y salí corriendo a alcanzarla. No sabía cómo iba a explicarle mi tardanza, pero mucho menos qué le iba a decir del calzado, porque apurada me puse las gastadas zapas de mi amigo que -acostumbradas a su dueño- me obligaban a arrastrar los pies.