jueves, 17 de noviembre de 2011

Un cuento para representar

Llegan los actos de fin de curso (en esta parte del mundo) y las fiestas de Navidad y fin de año en todos lados. Por esta razón les dejo una adaptación -para ser representada- de mi cuento Los Cambios de Papá Noel


Llegó noviembre y Papá Noel empezó a organizarse para el arduo trabajo que le esperaba durante el mes de diciembre.
(Entra Papá Noel con un expositor de ropa -como el que se usa en las tiendas-  con muchos trajes idénticos)
¡Todos los trajes iguales! pensó Papá Noel y  sintió ganas de cambiar. Fue a anunciarles su idea a los duendes.
(Grupo de duendes rodea a Papá Noel)
Necesito un traje nuevo de tela azul que se las proporcionará el Cielo -les dijo- con detalles plateados que solicitarán al Lucero y alguna Nube me obsequiará su blancura para la mochila donde llevaré los juguetes. También deseo que me fabriquen una bicicleta que tenga todas las comodidades para andar en cualquier terreno, por tierra y por agua.
(Mientras se relata aparecen los personajes: Lucero, Nube y elementos como la bicicleta)
Este año los renos van a descansar y las campanas serán reemplazadas por una bocina que suene tan fuerte como para limpiar los tapones que provocan sordera en el Mundo.
(Los duendes se organizan con carteles que identifican la tarea que realizan. Los modistos hacen el traje,  los bicicleteros construyen una bicicleta especial, los terapeutas de renos les conversan y les dan de comer, los duendes luthiers  fabrican una llamativa bocina, etc. Llevan todos los elementos a Papá Noel que está en el centro de la escena)
Después de mucho trabajo los duendecillos terminaron con la tarea indicada a cada comisión. El Viejito se mostró muy agradecido porque todo había quedado según sus deseos. El 1 de diciembre Papá Noel estaba listo para partir. Los duendes le entregaron millones de juguetes junto con un pesado libro que en su tapa se leía “Listado de Niños Buenos”. Ese era el libro de consulta en el que figuraban las direcciones donde el Viejito debía dejar los regalos. Papá Noel subió a la bici super especial y revoleó por los aires el libro.
(Papá Noel se pone el traje azul, se sube a la bicicleta y toma el libro que le entregan)
Este año no cargaré un objeto tan pesado que no me sirve para nada -dijo Papá Noel- porque donde haya un niño habrá un regalo.
(Los duendes saludan  y se retiran de escena. Papá Noel anda en bicicleta. Se detiene en diferentes lugares del mundo que se identifican con mapas y carteles)
Así partió el Viejito Pascuero, estrenando un bello traje azul con apliques de polvo de estrellas; una mochila confeccionada con una nube que se sintió halagada de servir para guardar juguetes; y una bicicleta inteligente, experta en adaptarse a cada ambiente y poseedora de una bocina gigante que al tocarla sonaba música apropiada a la situación, según explicaron orgullosos los expertos en hacer instrumentos.
El Viejito Pascuero pedaleó tanto entre montañas, ríos, bosques y desiertos que su panza hizo plof y explotó como un globo. En Francia tuvo que recurrir a un sastre que le achicara la ropa porque el pantalón se le iba a caer. Cuando llegó al hemisferio Sur el calor lo convenció de cortarse el cabello y la barba; y cuando pasó por las calurosas playas del caribe, recortó el pantalón y se hizo una bermuda.
El Viejito estaba muy satisfecho con su nuevo aspecto. En una plaza de México se detuvo para acercarse a los niños, pero los adultos lo miraban con desconfianza. Lo mismo le pasó en Ecuador, Venezuela, Brasil, Argentina, Chile… ¡en todos los rincones del planeta!

(En cada lugar se realizan las acciones narradas y aparecen los personajes mencionados: sastre, peluquero, niños, adultos. Grupos de adultos corren a papá Noel y gritan)
– ¿Por quién nos ha tomado este flacucho?
– ¿Y dónde tenés la panza, eh?
– ¡Papá Noel se ríe jojojo, y vos te reís jijiji, ¡embustero!

(Grupos de adultos  gritan a coro)
–¡Papá Noel jojojo, Papá Noel jojojo
 no jijiji, sí jojojo
 Papá Noel jojojo!

Pronto la noticia de “un desconocido que se hace pasar por Santa Claus…” recorrió los noticieros del mundo. En la calle no se hablaba de otra cosa:
– ¡Hay un loquifato que se hace pasar por Papá Noel flaco!

( Periodistas, grupos de maestras,  señoras que hacen mandados, etc, repiten la frase: ¡Hay un loquifato que se hace pasar por Papá Noel Flaco!)
El viejito estaba cabizbajo, no sabía dónde esconderse, pero lo que más le preocupaba era que ningún niño recibiera su regalo. Esa noche, mientras meditaba debajo de un puente, una luciérnaga se apoyó en su hombro:
– ¿Cómo estás Papá Noel?
– Veo todo oscuro.
– Por eso he venido, a alumbrarte. ¿Y cuál es la causa de tanta oscuridad?
– Nadie me reconoce y mañana es Nochebuena.
– Yo te he reconocido.
– Pero en los noticieros hablan mal de mí y hasta de las jugueterías me echan.
– ¿Hay niños dueños de jugueterías?
– No.
– ¿Y niños al frente de los noticieros?
– No. ¿Y eso qué tiene que ver?
– Pensá, siempre para las Navidades te ocultás para no ser descubierto por los más pequeños, en esta Navidad tendrás que hacer sencillamente lo opuesto.

La luciérnaga se durmió apoyando su cabeza en el cuello de Papá Noel, lo iluminó toda la noche y partió antes de ser descubierta por los rayos del sol. Cuando el viejito despertó sabía claramente lo que tenía que hacer. Acomodó su traje azul, cargó la blanca mochila y salió a buscar niños. Primero le pareció oportuno ir por los campos y las montañas, lugares alejados de las ciudades donde nadie desconfiara de quién era él realmente. Los primeros regalos se los entregó a unos niños que guardaban los animales en un establo, después anduvo con la bici a toda velocidad para alcanzar a unos pequeños que regresaban a su casa cabalgando, y subió un empinado cerro para llegar hasta una escuela donde los alumnos preparaban un árbol navideño.
La inmensidad lo vio pasar, los desolados caminos lo ayudaron a llegar a los más recónditos lugares donde fue recibido por los niños con total naturalidad y las flores silvestres, luciendo su belleza entre los pajonales, le dieron un mensaje esperanzador: Lo que está destinado a ser, crecerá en cualquier lugar.
En la primera ciudad que llegó encontró unos chicos deambulando por las calles, comiendo de las sobras de los restaurantes, cuidando autos… no esperaban nada especial esa noche. El Viejito Pascuero les dejó un regalo a cada uno y un obsequio muy especial, ¡los chicos no podían creer que tenían algo así entre sus pies!

(Papá Noel se pone a jugar al fútbol con los chicos y cada vez se acercan más, a los que les reparte regalos)
En pocos segundos centenares de chicos buscaban a Papá Noel para que les diera su regalo. Lo reconocían a la distancia y del color del traje ni se preocupaban, ¡si nunca lo habían visto, era lo mismo que fuera verde, azul o anaranjado!
Así Papá Noel fue de ciudad en ciudad, de país en país… y para su sorpresa distribuyó los regalos con más rapidez que años anteriores.

(Papá Noel se sube a la bicicleta y los chicos corren detrás despidiéndolo)
Pasó la Navidad y Papá Noel regresó a su morada con la mochila vacía. Una lechuza de ojos saltones, acostumbrada a mirar la vida de los demás, le dijo al verlo pasar:
¡Ay Viejito Pascuero por querer cambiar a tu edad cuántos líos has armado!
Y lo volvería a hacer querida lechuza -dijo Papá Noel- porque gracias a mis cambios es el año que más aventuras y alegrías he vivido.
Y la felicidad y el coraje lo acompañaron en el camino de regreso.


Para leer el cuento aquí http://cuentosdetihada.blogspot.com/2010/12/llego-noviembre-y-papa-noel-empezo.html
http://cuentosdetihada.blogspot.com/2010/12/los-cambios-de-papa-noel-segunda-parte.html
Y si querés ver cómo trabajó esta historia Pilar con sus alumnos  a fines de 2010, te dejo el enlace.
http://losenanitosdemicole.blogspot.com/2010/12/desde-argentina.html

SI LO REPRESENTÁS, ¿ME CONTÁS?

Y GRACIAS SANDRA LUZ POR LLEVARLO A MI SALA AMARILLA!!!